Podríamos comparar nuestra forma de ver a la pareja con el mito de la caverna. Digamos que cuando conocemos a alguien, estamos dentro de la caverna, vemos su sombra, y nos gusta, es bonita y nos dejamos guiar por ella, vivimos engañados, dentro de la cueva, a gusto con esa idealización y no queremos salir fuera y descubrir la realidad, ni lo que provoca esa sombra. Pero llega un punto en el que por fuerza tenemos que salir y nos encontramos cara a cara con el objeto de la sombra, al que teníamos idealizado, y nos sentimos decepcionados al ver que no es como creíamos, y culpamos a el otro por no ser así, cuando en realidad es culpa nuestra por auto-engañarnos y por tener grandes y falsas expectativas acerca de el.
Deberíamos dejar de idealizar a la gente y vivir con los pies en la tierra?? Esto haría que perdiésemos la ilusión?
En la caverna se esta cómodo y viendo solo la sombra se es feliz... pero teniendo en cuenta que con quien vamos a tener que compartir momentos futuros va a ser con el objeto y no la sombra.. quizá deberíamos vivir en la realidad para sobrevivir en el mundo externo.